22 may 2007

Raro Encuentro // Cuentos de los Hermanos Orlando (- I -)

Raro Encuentro

Encumbraba mis pensamientos en los pasillos de la biblioteca familiar en casa de mis padres, cuando sin previo aviso y a mi fortuna, de unos olvidados folios emergió un curioso ejemplar de los Cuentos de los Hermanos Orlando, inverosímil no solo por su existencia, si no, por ser una incongruente publicación de los cuentos no terminados; cuentos que ya sin el sin sentido de su escritura remataban la inconsistencia con historias sin fin y en algunos casos sin principio.




El tiempo ha sido generoso con migo y he logrado transcribir algunos de los incompletos cuentos que construyen el libro de los Hermanos Orlando, cuentos que pretendo ir publicando en este espacio y que seguramente serán del mas alto gusto No-Importista.




Empiezo con una historia peculiar…



PONYMALTER Y LOS CABALLEROS DEL SANTO PEDAL



Una historia de la vida real narrada por los Hermanos Orlando

siendo hoy el final de mis días escribiré el ultimo y mas grande secreto que he guardado en mi vida, durante el tiempo en el que serví como ayudante medico de campo en la cuarta cruzada para retomar el control de los bosques santos del nororiente, no estuve vinculado a los horrores de la guerra sino a través de los heridos y moribundos que llegaban al ultimo campamento de sanidad ubicado en la tierra arrebatada a nuestros enemigos, en el campamento vi morir a muchos fieles que lucharon por dios, alivie el dolor de las heridas causadas en batalla y oí sus últimos lamentos antes de que fueran en busca de la compañía de Nuestra Señora, de todos aquellos lamentos que la vejez me permite recordar se encuentra el relato que continuación transcribo.

"Ya entrada la noche el frío congelaba nuestros huesos y la única diversión que tenían los hombres que estaban a mi cargo era ver como se consumía la madera de las hogueras, los mas afortunados habían obtenido mantols en la carga que realizamos la tarde anterior, no había sido precisamente sangrienta pero quedamos agotados e inmediatamente partimos al puesto de control mas cercano que quedaba en manos de fieles, fraile Anders que era el jefe del regimiento antes de morir y dejarme a cargo de las miserables vidas de los fieles que formaban el 21 regimiento del Duque Richard D'Oso, decidió que la única forma de salvar el regimiento era llegar antes del anochecer siguiente al puesto en i.e., así que recogimos cuanto consideramos necesario para el viaje y emprendimos la marcha, nuestros corceles corrían a la máxima velocidad que su naturaleza les permitía, el frío aire congelaba los cuerpos de amos y bestias mientras avanzábamos devorando el camino dejando a tras el campo atacado y adentrándonos en el aun oscuro bosque rezando por que la providencia y la velocidad de la tropa fueran defensa suficiente contra los ataques de nuestro cobarde enemigo, que refugiado en la oscuridad diezmaba cuerpos enteros de infantería de carga.
El 21 regimiento del Duque Richard D'Oso había sido encargado de transportar provisiones desde las tierras fieles hasta el frente de la batalla con los paganos, en los 15 días que llevaba el regimiento en campaña desde su desembarco en Cal-Hambra hasta hoy había entrado en combate cinco veces contra pequeños grupos de infieles que en su mayoría eran jóvenes campesinos, no suficientes si quiera para causar la primera baja al 21 pero antes del amanecer nuestra suerte cambiaria.
antes del amanecer oímos el ensordecedor ruido de los pitos y los legionarios que se encontraban en los bordes exteriores de la tropa cayeron abatidos de sus cabalgaduras, la pronta respuesta del regimiento evito mas muertes pero la descarga inicial fue muy fuerte, los lanceros que se encontraban en la parte interior de la compañía cargaron contra los atacantes causándoles fuertes bajas pero no mermando su fuerza de ataque, el regimiento trazo una gran elipse arrastrando al enemigo que quedaba de pie, la mayoría de los que quedaban vivos seguían disparando sus dardos envenenados contra los jinetes y sus cabalgaduras las arremetidas por parte de ambos bandos continuaron hasta la llegada de los rayos del sol los cuales permitieron a los fieles del regimiento aniquilar a los atacantes.