14 sept 2007

En Busca de la Perfección

En días pasados tuve la oportunidad de retirarme a la paradisíaca isla de Múcura, un pequeño brote de tierra en el caribe colombiano, no habitado por más de 15 personas este pedazo de cielo en la tierra de apenas un par de kilómetros cuadrados de extensión me recibió con los brazos abiertos y dos refrescantes cocos recién bajados, llenos de uno de los líquidos mas celestiales que la naturaleza pueda crear, el agua´e coco.


Como persona de tierra firme, ¡mas!, como persona de montaña, ¡no!, como persona de los Andes, del altiplano, de clima frío; me sorprende, me encanta, ¡me maravilla! Ver los cocos verdes y comestibles, no ese rígido y cerdoso fruto café que hay que azotar contra el piso mil tantas veces para lograr abrir. Me gusta el coco verde, el que cae de la palmera, el que con el golpe seco nos despierta del trance caribeño.

Ese coco, ese delicioso coco fresco, lo usan en Isla Múcura para preparar un maná, una exquisita, exótica e inexplicable mezcla de cremas, rones y agua de coco, que vertidos dentro de la magnífica, grave y autorizada cavidad recubierta por esa pulpa blanca y gustosa forman la bebida conocida y difundida como Coco Loco.

He probado Coco Locos en algunos bares y restaurantes (no tantos la verdad) pero ninguno a la altura del Coco Loco preparado con un coco fresco, un coco recién bajado de su planta, un coco verde, un coco que con apenas el toque de la punta del machete entregue su elixir paradisíaco.

Así que cuando estén gustando un Coco Loco preparado y servido en (y con) un coco fresco, a la sombra de una palmera, de una palmera que esta en una isla en el caribe; no se les olvide, ¡recuerden! Que al terminar su cóctel se pueden comer esa pulpa blanda y blanca que tiene adherida su natural copa.

Un saludo desde el paraíso y…