16 ene 2007

Agitación Estomacal

Esta historia vuelve a mi mente debido a la agradable lectura de Cinco Cuentos Cortos Color Pardo.

 






Los Cinco Cuentos Cortos Color Pardo me recuerdan un caso de aguda agitación estomacal en una reunión auspiciada por la sangría y la cerveza, se encontraba nuestro pintoresco personaje buscando el baño propicio para deshacerse de su carga, una carga excesiva, compuesta de la alicorada fruta de la sangría y un poco de queso de fondue, elementos que a pesar de los llamados a la cordura que sus amigos le hacían, él sin mayor reparo pasaba por alto acumulando en su interior de forma desenfrenada; encontrado el baño mas cercano ocupado por un extravagante personaje que había decidido vomitar en el lavamanos (pero eso es otra historia) nuestro pintoresco amigo decide huir al baño de servicio donde encontraría la tan anhelada paz; siendo de conocimiento de todos (y mío también)la peripecia en la que se encontraba el joven caballero decidí, como era mi deber cual anfitrión, de encaminarme a obtener un poco de información sobre el particular de nuestro amigo, corriendo riesgos que no considere graves decidí tocar en la puerta del baño de servicio, no obteniendo respuesta alguna toque de nuevo, una vez mas el silencio parecía regir en el servicio, así que armado de valor y curiosidad abrí la puerta que se había mantenido sin seguro todo este tiempo; sin asombro alguno encontré a nuestro pintoresco personaje defecando con tranquilidad todo el producido de la fiesta; pidiéndole excusas por la intromisión decidí volver a la reunión y comentarle a unos de mis mas allegados el percance en el cual me había involucrado; transcurrió un tiempo considerable y el pintoresco personaje no volvió a la reunión, algunas de las damas que se encontraban y conocían los por menores de la historia me exigieron preocupadas que en calidad de benefactor me acercara al servicio a inspeccionar al caballero en mención, siendo de nuevo mi deber no objete y me enrumbe al servicio, repitiendo la pericia inicial golpee varias veces, nuevamente sin respuesta alguna decidí a mi riesgo personal abrir la puerta para encontrar al pintoresco personaje esta vez, vomitando sobre lo cagado.
Y como en las fábulas griegas yo encontré la moraleja en este hecho verídico: Sin importar quien, cada cual es su propio amo en la soledad del lavabo.